Pequeño país. Gaël Faye.
UN SECRETO A VOCES.
La tristeza es un sentimiento necesario y parte fundamental en el desarrollo de la empatía, porque el dolor de otros no puede ni debe ser el nuestro, pero si nos ayuda a comprender y sentir la necesidad de ayudar a paliar el suyo. Esta cualidad ha sido considerada habitualmente como un rasgo de humanidad, sin embargo, la humanidad no se manifiesta especialmente por este rasgo sino por todo lo contrario, por los extremos de violencia gratuita y crueldad desbordada por emociones negativas intensas. Por otra parte, animales de otras especies también son capaces de ternura y empatía.
En esta magnífica
novela nos situamos en Burundi -a dos pasos de Ruanda- y el momento es el de la
violencia extrema que asoló el país produciéndose las matanzas de tutsis y utus.
La información que ha llegado hasta occidente es muy básica: problemas de
racismo entre etnias africanas. Pero, como era de esperar, la explicación es más compleja.
Una primera llamada
de atención se produce cuando el autor dice a través de la voz narrativa: “tras
la caída del muro de Berlín pagábamos las consecuencias desagradables” y
comienza a explicar la situación económica y los problemas que se habían
producido en África tras el acontecimiento histórico. Es cierto que yo sabía
que había una conexión entre la Unión Soviética y muchos países africanos a los
que ayudaban, sabía del crecimiento de Libia, de los éxitos de diversos países
en su lucha por salir de la situación poscolonial de dependencia, pero
desconocía que hubiera una conexión tan directa. En mi búsqueda de más
información topé con la revista Mundo Negro poco sospechosa de sesgo
comunista o pro ruso. Aquí es explicaba con detalle, para mi sorpresa, como la
desestructuración del sistema del este y en especial de la Unión Soviética tuvo
consecuencias desastrosas para África y también explican, y esto me sorprendió
todavía más, que la ayuda para contener estallidos de violencia solo se
recuperó cuando Putin volvió al poder. Busqué más sobre la economía de Ruanda, sobre
los desequilibrios y la situación económica en la que vivieron. Encontré con
facilidad los datos: Burundi y Ruanda se
mantuvieron mucho tiempo sin endeudarse hasta que el Banco Mundial y el FMI tomaron
una serie de medidas que desencadenaron que ambos países contrajeran deudas
crecientes y para que se situaran en el poder políticos y militares corruptos,
después sólo hubo que sembrar la chispa del odio y hundir la economía
desestabilizando el precio del café. Por
qué se hizo todo esto, lo dejo abierto para que ustedes lo completen.
Es, por tanto, es a partir del análisis de esa frase, y de
la investigación de lo que significa, cuando podemos ir dibujando con el autor
un cuadro desgarrador en el que la maldad se disuelve y se explica desde otras
bases que tienen nombres identificables: ambición, envidia, odio, miedo, culpa,
ansiedad, enfermedad mental, indiferencia... pero que integran ese revoltijo de
emociones en un contexto político-social real. El protagonista es un niño que realiza un
viaje a las profundidades del infierno. Si consigue salir de él es gracias a la
compasión y el sentido del deber no guiado por ninguna de las emociones antes
nombradas. Estudio de la psicología humana, sí, pero también denuncia de una
realidad internacional. Por otra parte, las
reflexiones morales son continuas y profundas. Especialmente me ha parecido
extraordinaria la que contiene la anécdota de la bicicleta robada. Esa
experiencia de la complejidad que puede encerrar la justicia cuando se produce una intersección entre el poder y la
pobreza. Junto al contenido
trascendente, nos encontramos sumergidos en un mundo que a nuestros ojos
occidentales resulta exótico y atrayente. La descripción gozosa del paisaje,
como telón de fondo de belleza inmutable de la sordidez del ser humano; el amor
por la familia y la singularidad de la
identidad local. El escritor consigue, a mi juicio, recrear con gran viveza ese
colorido universo africano desbordante.
El libro hace daño
en algunos momentos, y genera turbamiento, tristeza, e incluso amargura; pero
el objetivo es llevarte a un lugar donde puedas entender, y donde quieras saber
más y sin duda, conmigo lo ha conseguido.