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PARAÍSO INHABITADO


 

     La escritora, recientemente fallecida, Ana María Matute desarrolla en esta novela un universo envolvente y único, como lo hace en todas sus obras.

      La protagonista es una niña preadolescente. Su imaginación y su debilidad física, así como su sentido crítico y agudeza la mantienen al tanto de lo que ocurre a su alrededor intentando dar un sentido a esa realidad que aún no comprende. En ocasiones se deja llevar por la fantasía dotando a los muebles y rincones de la casa un carácter mágico, como suele ocurrir en infancia.

  Durante los años cruciales que precederán a la guerra civil y al final de su infancia –hechos que transcurren en paralelo auque la niña no pueda ser consciente de ello- va viviendo experiencias a través de las cuales puede ir construyendo el puzzle de la vida.

  Las personas que la acompañarán en estas experiencias y la guiarán serán su tía, una mujer moderna y liberada que le presentará a un exiliado ruso; su padre, un liberal desclasado y con dificultades para imponerse sobre la realidad que le rodea;  las mujeres del servicio, mucho más cercanas a lo real y cotidiano, y finalmente, un niño de su edad, también exiliado ruso, como ella inteligente e imaginativo.


   Con el niño construirá su particular universo en el que la ilusión y la alegría contrastan con la amargura, el miedo, la desconfianza y la falsedad que encuentra a su alrededor.

   Una vez más nos asombra la prodigiosa capacidad de Ana María para penetrar en el mundo de la mente infantil y para mostrarnos el mundo a través de esta lente deformante. La capacidad crítica que despliega es tan fabulosa como su profundidad filosófica y moral. En el entramado de personajes de distintas clases sociales, y siempre a través de la niña, observamos las mezquindades con las que se construyen los entramados sociales y la ceguera de los adultos hacia los sentimientos más nobles y el dolor ajeno que nosotros mismos hemos contribuido a crear.  Como en El Principito, la mirada infantil nos permite ver lo incuestionable como cuestionable, lo cotidiano como extraordinario y lo minúsculo como grandioso.


  La melancolía y a depresión son compañeros de viaje habituales de la escritora que refleja en sus obras sus propios fantasmas y angustias. Es lógico asumir que la obra pueda ser en parte autobiográfica y que la protagonista tenga mucho de lo que pudo ser la pequeña Ana María. Sin ser desolador, el final es amargo y contundente como una bofetada.

 






  Vemos luchar y combatir a brazo partido a la fantasía y la realidad, a la inocencia y la maldad,  en una  lucha permanente en la que la realidad – en la que predomina la maldad y su capacidad para hacerse con el poder y doblegar al débil, al distinto, al ser sensible o bondadoso-  se impone siempre y destruye la fragilidad de la alegría.  


   Como dice uno de los personajes, con una lucidez aterradora, el paraíso es un lugar inhabitado.

    Y la infancia es  la belleza de un unicornio corriendo hacia un lugar del que no ha de volver.






Resumen completo.

     Una niña preadolescente vive en con su madre y su hermana en un barrio acomodado de Madrid.  Sus padres están separados y pronto el padre se irá de la casa, la madre apenas le presta atención y se muestra mucho más interesada por su hermana mayor. La niña pasa casi todo el tiempo con las mujeres que trabajan en el servicio con las que tiene una relación muy estrecha. Junto a ellas comprende que el mundo se desarrolla de formas muy distintas a las que pretenden hacerle ver en los estrechos márgenes aburguesados de su familia y colegio.

      En el colegio tiene muchos problemas con sus compañeras y con las monjas, sintiéndose marginada e incomprendida, incluso acosada. Pero para su madre es una inadaptada que debe hacer esfuerzos para ser como su hermana mayor. No obstante, en un intento de llegar a comprenderla, la madre invita a su tía a salir con ella esperando que esta le de las claves del extraño comportamiento de su hija. La tía es una persona singular y conecta muy bien con la niña.

    Tiempo después, tras haber dejado el domicilio familiar, el padre sale con la  niña a solas por Navidad. La lleva al cine, donde descubrirá un mundo fascinante, y a pasear por el parque. Pero la niña cae gravemente enferma.


   Durante su convalecencia descubre a través de la ventana a un vecino ruso de su edad,  de largos cabellos rubios que la fascinan, que juega solo con un perro en el patio del vecindario. Su máximo deseo es conocerle. Tras reponerse se harán amigos y con el niño descubre lo que es el enamoramiento y el placer de la amistad.  Juntos juegan y se divierten de mil formas con la complicidad de las asistentas que mantienen la relación en secreto ya que la madre del niño es una bailarina rusa poco recomendable en sociedad.

     Pero el niño muere víctima de una grave en enfermedad y ella no puede aceptar que lo ha perdido para siempre. Se refugia en un armario pequeño del colegio, oscuro y olvidado, en la creencia de que él regresará a buscarla de su escondite. Tras varios días en el armario vuelve a casa, y la familia desesperada por su incapacidad para comprender el comportamiento de la niña, piden a la tía que se encargue de ella.  

     



  



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