Lagrimas en la lluvia. Trilogía de Bruna Huski. Rosa Montero.
LA TERNURA DEL ACERO.
La serie consta de tres novelas de género policíaco y ciencia ficción a la vez en la línea de Blade Runner, película que sin duda influyó en la serie. De hecho, la propia autora ha explicado que el título de la primera es un homenaje a la película. “Lágrimas en la lluvia” es una expresión tomada de las palabras del replicante líder al final del film.
Para mí, lo más
destacado de las novelas, como me suele ocurrir con las obras de Montero, es la
construcción de los personajes positivos, entrañables, y con los que es fácil identificarte
y aprender de sus experiencias, como de sí de personas reales se tratará. Por
el contrario, los antagonistas me resultan muchas veces algo forzados, planos e
incluso francamente exagerados. Aunque esta es una prerrogativa del género,
resta profundidad a las novelas situándolas en un plano más intrascendente de
lo que, a mi modo de ver, es voluntad de la autora. No obstante, la acción
vibrante genera un interés continuo y hace totalmente disfrutable la
experiencia de una lectura que permite un constante enriquecimiento verbal y
personal. Esto es posible gracias a la imaginación desbordante de la autora, a
su dominio de la lengua y a la construcción de diálogos fluyentes e
interesantes sobre los que se apoya el desarrollo de la trama.
En el caso de estas
novelas, hay, además, una investigación sobre cuestiones de ciencia y
tecnología que refuerzan la coherencia de la narración y en la que se aprecia
la influencia reconocida por la escritora de la autora Úrsula K. Leguin, a la
que admira y de la que se considera deudora, junto con Nabokov.
Me gustaría comenzar por unas breves consideraciones sobre los personajes; centrándonos en los secundarios, a los que Montero dedica siempre un cuidadoso análisis constructivo. Destaca la niña rusa, personaje de la primera novela. Este personaje contiene una de las bombas emocionales de la obra; la fuerza del amor y la piedad, la comprensión del otro en sus debilidades y contradicciones, la fuerza de la rebeldía positiva. Todos ellos son valores característicos de la narrativa de Montero. Por otra parte, la protagonista tienen encerrado en su ser la constante inquietud que deriva de la comprensión y el conocimiento de su temporalidad, es decir, saber su fecha de caducidad, algo que afortunadamente los humanos no conocemos. Esta certeza no deja cabida a esa ensoñación de la eternidad con la que construimos nuestra identidad humana. Y es desde esa certeza desde la que Bruna puede ofrecernos una sabiduría que quizá pudiera ser hoy más necesaria que nunca; volcados como estamos en la loca destrucción del entorno en pos de una idea enloquecida del disfrute y de la individualidad.
Por otra parte, la
reflexión sobre el amor y la muerte, las dos constantes básicas de toda la
literatura, está presente como un continuo en toda la serie. Al final, Bruna consigue trascender su propia
finitud a través del amor que se manifiesta como una forma de entrega, aunque
no quiero desvelar aquí el final.
Quizá me hubiera gustado considerar la cuestión de la
extensión de la vida, ya que a diferencia de un humano, un ser artificial
podría ser reparado y prolongado indefinidamente. Como la vida es una
experiencia individual que se desarrolla a través de una conciencia, una
conciencia creada artificialmente podría desarrollar una forma de experiencia
acumulativa. Esta es la hipótesis de Blade Runner y de una buena parte de la
narrativa centrada en este tipo de individuos- máquina. En realidad la
hipótesis carece de sentido y deberíamos sentir más empatía hacia un mosquito
de la que tenemos por el simulador de un humano ya que no es un ser vivo con conciencia de su existencia y miedo a
morir. No hay una línea fina entre ser
un ser vivo, una conciencia o no serlo.
Los parientes cercanos son los árboles, pero no las piedras, ni mucho menos las
tostadoras o los frigoríficos, por muy inteligentes que sean. Lo que llamamos
inteligencia artificial es un proceso especular creado por los humanos.
Pero estas obras
nos hablan de nosotros mismos en cuanto seres con capacidad de auto narrarse,
de proyectar hipótesis de futuro. Desde esta perspectiva, sentimos que estamos
más cerca de una simulación de conciencia compleja que de un insecto, aunque de
hecho no sea así.
Como dijo Stendhal, la novela es un espejo pasando por delante de
la vida y nos fascina ver la reflejarse en toda clase de imágenes proyectadas
mediante personajes. Los creados porRosa Montero son poderosos y bellos al
tiempo, muestran la vulnerabilidad y la fortaleza, la belleza y la fealdad en
toda su dimensión, de ahí el interés de su lectura que nos atrapa y nos
fascina, nos concierne y nos explica.