Existen miles de libros, todos son diferentes entre sí; los hay de información, de fantasía, de reflexión... hay libros que leemos para sentir miedo, para compartir, para llorar o para reír. Todos los libros de la Tierra, forman una mente colectiva: la humana. Dentro de esa mente colectiva, hay un rincón para los pensamientos de una niña, una niña que se hizo mujer encerrada en un escondite, una niña que comenzó a escribir para entretener su mente y encontrar un lugar donde volcar sus experiencias escolares, sus quejas, sus secretos y sus sueños infantiles (ser una actriz famosa) y que terminó por usar la escritura como un refugio y como la expresión de una aspiración: ser escritora.

Así pues, esta pregunta (cuántas veces se la haría su padre, único superviviente del campo de concentración) no tiene ya sentido para nosotros. Ocurrió lo que ocurrió, si ella no hubiera muerto, dicen algunos, su diario no hubiera sido conocido. Es posible, quizá ella no hubiera sido escritora, quizá nadie hubiera querido publicar su diario. Es paradógico, el hecho de que muriera hace que todas sus palabras tengan un sentido trascendente, las eleva.
Sin duda es un precio demasiado alto para pagar. Nadie lo pagaría. Ojalá no conociéramos El diario de Ana Frank, ojalá este libro no llenase los estantes de las librerías y fuera leído por miles de jóvenes en todo el mundo. Pero la realidad es la que es. Existe. Leerlo es una experiencia increíble. Entrar en comunicación con esta persona, que ella viva un poco a través de ti, y de ti, y de ti y de mí en cada página que pasamos, con cada frase que compartimos. Saber, además, que lo que nos cuenta no son ideas o invenciones, son experiencias, es un retazo de la vida de una persona que tuvo que morir por motivos absurdos y repugnantes.


Si quieres calzarte por unos días los zapatos de esta niña judía y conocer lo que es vivir en ese momento preciso y crecer en ese momento preciso, cuando el mundo está patas arriba y contra ti sin que tu hayas hecho absolutamente nada que lo justifique. Entonces, abre las primera página y acompaña a Ana en su día a día, tedioso tantas veces, frustrante casi siempre, doloroso, pero lleno de la alegría de seguir vivo. No esperes encontrar nada exagerado ni efectista. Vas a meterte en el día a día, como en un programa de Gran Hermano, pero sin tanta estupidez y falsedad; dentro de un escondite que es real y que no se ha escogido para sacar dinero, dentro de una familia que es real y que vive los conflictos habituales de cualquier familia, pero intensificados por el encierro y por el miedo.

Acompaña a Ana, hasta que ella tenga que irse... y te deje con ese asombro, con esa tristeza, pero sabiendo que, a pesar de todo, ha merecido la pena, porque, de algún modo ella seguirá ahí contigo, en un rinconcito de tu corazón, para siempre.
Colección de citas del libro.