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EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL REALISMO.


                                                                                     Emilia en su juventud.
Este libro reúne algunos de los relatos que Pardo Bazán publicó en la prensa de la época, sobre todo en “El Imparcial” y “Blanco y Negro”.

El tema de todos los relatos escogidos es el amor, quizá con la excepción de La caja de oro en el que, si bien se presenta una relación, el tema es la superstición y el efecto real que puede producir en la persona. A lo largo de todo este conjunto de relatos, destaca la capacidad de la escritora para adoptar una postura crítica hacia el concepto del amor romántico, algo que hoy en día resulta tan actual pero que en su momento era algo prácticamente inaudito. Es cierto, sin embargo, que la actitud de la escritora sigue estando determinada por su época y por la mayoría de lectores, hombres conservadores, a los que iban dirigidos los cuentos.
                                                                                                                                                 

  En este sentido, no podemos reprochar a la escritora, sería ridículo, que no tenga una visión más feminista o que no tenga una voz femenina más directa -en los relatos la voz narrativa es siempre masculina- Para poder mantener la oferta de publicar en estos periódicos dirigidos por hombres y a los hombres, hacía falta una actitud inteligente que adoptara su voz, pero no necesariamente su perspectiva, y de este modo, conseguir mostrar la visión del mundo que ella tenía sin provocar el rechazo, sino, por el contrario, consiguiendo que esta visión pueda incluso asumirse como propia. Por tanto, nos encontramos ante unos relatos que tienen una clara perspectiva de género aún satisfaciendo ciertos presupuestos machistas y sosteniendo ciertas actitudes muy consolidadas -como la simpatía hacia el don juanismo (La última ilusión de Don Juan), o la compasión hacia el verdugo en el crimen de honor ( El delincuente honrado)-

  Los prejuicios hacia las mujeres y esa concepción de que “la dona e móvile” (la mujer es inconstante) se encuentran presentados, como no podía ser de otra manera, en la visión de algunos personajes masculinos: “Si trata usted a las mujeres de manera habitual se acostumbrará a no asombrase de nada”; también lo está, esa idealización rayana en lo ridículo: “¡Oh mujer! ¡Oh agua corriente! ¡Oh soplo de aire!”-

Emilia, tras su reciente maternidad.
  Me genera cierto rechazo y, a la vez, humana simpatía, la visión que que la autora tiene de la belleza femenina. Una vez más hay que decir que adopta la visión del hombre -algo, por lo demás, muy común todavía en la actualidad puesto que esa visión del cuerpo de la mujer está muy asimilida por las propias mujeres. Las mayores se describen con dureza y como seres físicamente desagradables (Primer amor) mientras que no hace lo propio con los hombres.

  Por otra parte, ella, que rondaba entonces los 30 años, dice que “esta es la edad en la que la mujer está en la plenitud de su belleza” lo que no deja de resultar una simpática muestra de vanidad, pero también nos sirve para cuestionar esa idea de que la mujer cuanto más joven más bella, puesto en en este momento todavía se exaltaba sin disimulo alguno los atributos sexualizados de niñas menores de 16 años y el matrimonio infantil, no solo se permitía, sino que se consideraba normal.

   En sentido más general, hay que decir que a veces es difícil construir el significado moral que la autora quiere dar al cuento. Este es el caso de Sara y Agar. -el hombre tiene una relación con la hija adoptiva- el tema es de difícil trato y desde luego, sólo el plantearlo muestra una valentía insólita. El final, aunque enfocado desde la perspectiva masculina ya nos ha dejado delante de los ojos la verdad de un comportamiento que resulta muy elocuente por sí mismo. Resulta significativo, por otro lado, a la hora de determinar la importancia de contar con una visión del mundo femenina, como la autora es capaz de ponerse en el lugar de una mujer mayor enamorada de un joven, un tipo de personaje que no vamos a encontrar en la literatura masculina, donde sí abunda el caso contrario. En Memento un joven suele pasar la tarde con unas ancianas que muestran un gran cariño hacia él confiando que este aprecio le traerá favores positivos y recomendaciones, lo que no espera es que una de las ancianas pueda haberse enamorado de él.

 Adoptando una brillante posición inclusiva de la visión de los hombres, que, evidentemente, ella no comparte, como lo hicieron predecesoras tan ilustres como Margarita de Navarra o María de Zayas, Pardo Bazán se propone, a mi juicio, un doble objetivo: por un lado generar reflexión entre sus lectores y hacer frente a cuestiones que era necesario nombrar y combatir, particularmente la violencia hacia las mujeres y la falta de libertad y decisión de las mismas. Por otro lado, consciente de que los cuentos llegarían, de un modo u otro, a las manos de las mujeres, quiere presentar una visión descreída del amor, que muestra el peso específico que el amor a uno mismo tiene en el enamoramiento, los estragos del autoengaño, y la inconveniencia de la emocionalidad excesiva.

  El mensaje directo de “no te dejes engañar”, a la manera de María de Zayas en sus Desengaños, se presenta en varias ocasiones. Pero me recuerda a la historia del Hectamerón en la que Margarita de Navarra le nace decir a la barquera que sería bien tonta si confiara en aquellos que ya han mostrado una vez sus intenciones. Emilia espera una reacción. Sus protagonistas no siempre son víctimas incapaces de defenderse.  Dos de las historias más claras, en este sentido son: Apólogo, en el que la joven decide poner tierra por medio ante un caso de celos y en El Encaje roto, obra maestra, a mi juicio, en la que la autora despliega toda su capacidad narrativa en un artefacto de gran complejidad desde el punto de vista de dialógico.

   La voz y la perspectiva femenina se muestran y se ocultan simultáneamente en un engranaje que pone de manifiesto la dificultad de las mujeres para verbalizar, en ese momento, el problema de la violencia de género. La autora dice entre líneas a sus posibles lectoras, no importa ser comprendida o no, actúa en consecuencia y no te dejes guiar por nadie, salvo por tu propia capacidad perceptiva.

  La decepción, más allá del miedo, está presente en Sangre del brazo. El relato cuestiona la imagen masculina de la valentía y pone en valor de la amistad y la entrega ¡entre mujeres! por encima de todos los detalles superfluos del falso amor romántico. Si todavía en la actualidad es tan difícil ir en contra de esta idealización de la entrega del hombre, de ese “perdóname que no haya podido evitar acostarme con otra, pero sabes que moriría por ti sin vacilar”, - imaginemos cómo estarían las cosas en el siglo XIX cuando todavía estaba caliente el cadáver del romanticismo y amenazando con resucitar en forma de muerto viviente (amenaza que, a mi juicio, se ha hecho más que real)-

  Muy distinta es la historia Sor Aparicio engañada y humillada por el hombre que amaba. El personaje de una monja que expresa en su rostro un tremendo sufrimiento pero que, de algún modo, permanece atrapada en esa misma idea del amor idealizado, tejido de compasión cristiana que con tanto éxito fue canonizado por Zorrilla. El guiño final hacia esta imposibilidad de dejar de amar e incluso compadecer al amado, se nos presenta en forma de fábula en La sirena, un ratoncito se enamora de una gata y desoyendo a su madre se lanza a jugar con ella. Esta revisión del mito de los cantos de sirena parece decirnos ese famoso dicho popular “ el que por su gusto corre nunca cansa” y ofrece una visión muy crítica del victimismo, tanto masculino como femenino, visión muy propia de la perspectiva pardoniana del amor, empapada de naturalismo y, en no pocas ocasiones, de sarcasmo. Así se refiere Pardo Bazán al amor en el primero de los cuentos de este libro: Estaba muerto, más muerto que mi abuela. -El amor asesinado- Y en otro momento: “Así es como los ripios falsean el juicio y los poetas chirles hacen más daño que la langosta.”


  Efectivamente, casi nadie se deja llevar, en verdad por el sentimiento, pero el que lo hace, desde luego lo hace a su propio riesgo... así ocurre en El corazón perdido, en el que el peso de los dos corazones es una metáfora de la excesiva emocionalidad y empatía. Mucho más dura es la autora con el concepto del amor perfecto cuando se nos presenta frente a frente con la mezquindad, así ocurre en Justicia, en el que el marido engañado se las ingenia para que culpen a la mujer del robo de una joya que él mismo ha sustraído, y de este modo ella queda socialmente marginada y reprobada para siempre. Esta misma mezquindad, pero en este caso social, la encontramos en La culpable. En este caso, la crítica se dirige hacia la forma en la que la mujer que tiene o puede haber tenido sexo fuera del matrimonio, antes de casarse, es reprobada. La joven escapa con su enamorado y nunca será perdonada por ello, pero lo más paradójico es que es su propia pareja la que se convertirá en su juez e inquisidor silencioso.
                                                                                      Cuadro de Sorolla: Trata de blancas.

  Más dura es todavía la crítica en Champagne. Una joven prostituta toma una copa de champagne y este le recuerda el hecho que la condujo hasta donde está. El relato trata el tema del matrimonio concertado y del disimulo y la mentira en la que tenían que vivir muchas mujeres. La manera en la que Pardo Bazán se refiere a las prostitutas al comienzo del cuento y lo que está detrás de esta visión refleja una absoluta genialidad para decir mucho más de lo que se dice.

  El más duro de todos los relatos es La novela de Raimundo. Aquí sí se presenta la violencia contra la mujer tejida de miseria y asociada a las costumbres ancestrales del patriarcado más arcaico y lacerante. Una vez más tenemos que citar la novela de Tiempo de Silencio, pues como Luis Martín Santos, la autora escoge a los hombres gitanos y su machismo exacerbado para mostrarnos como en estos contextos la vida de una mujer valía menos que una colilla. Inquieta el modo en el que la autora presenta ese “compadrerío” de fascia entre el gitano y el hombre de clase media que ha visto el maltrato ante sus ojos, cómo el maltratador sabe el modo de distraer al otro y llevarlo a su terreno y, sobre todo llama la atención la forma en la que, para la sociedad bien pensante, el hecho no deja de ser sino una anécdota para satisfacer el ego de algún conversador. Quizá esta frialdad sea aún peor que la violencia que denuncia, pues no puede justificarse como fruto de la ignorancia y la pobreza.

  Esta misma frialdad y el gusto por recrearse en las miserias de otros se encuentra en La inspiración, narración, de carácter metaliterario, en la que la autora presenta el tema del dolor ajeno, de los amores que terminan de manera trágica, en este caso del suicidio, como fuente de inspiración para el escritor.

  No faltan los cuentos en los que Pardo Bazán consigue penetrar en las distintas emociones que rodean, y a veces, configuran el sentimiento mismo del amor: el orgullo, la vanidad, la curiosidad, el autoengaño... En Mi suicidio el marido pasa de pensar en matarse, tras la muerte de la amada, a matar la imagen que había construido de ella, en Desquite el profesor de música desfigurado quiere vengarse de un desprecio...En El dominó verde. Un joven descubre, mirándole en una fiesta, a una mujer vestida con un disfraz verde que le atrae de manera incontrolable... Finalmente, en La novia fiel y este es uno de los relatos más originales del libro, la clave de la historia reside en algo tan prosaico como entender la realidad y abandonar el autoengaño, aunque eso conduzca al dolor, este es preferible a vivir en la mentira y en la ansiedad.

  En las antípodas de este cuento encontramos Sí, señor. Precioso relato con el que concluye el libro. Trata sobre la forma en la que la timidez puede frustrar el amor. Porque el amor, cuando no es reflejo de la vanidad, puede conducir, parece decirnos la escritora, a la inseguridad, al abandono del yo, al sentimiento de que uno es poco ante lo que siente. El final abierto de la historia y ese reencuentro emocionante en el que se reconoce a la persona amada de forma tan irrefutable, esconde un mensaje entre líneas que no escapa a ningún lector ni lectora agudos. Y es que el amor puede prevalecer a lo largo del tiempo, contra todo pronóstico y seguir ahí, escondido, sutil y sigiloso, como una espina, pero también como un secreto o como una esperanza.





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