¿Te gusta leer?

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SULA






 Toni Morrison es una  escritora de primera fila, un "peso pesado", galardonada con el Nobel de literatura. Como se puede comprobar en esta novela, su dominio de la técnica literaria se funde magistralmente con su personal, profunda y corrosiva visión del mundo.

  Nada más empezar a leerlo sabes que estás leyendo algo especial, cuando uno de los personajes crea el "¡día del suicidio!". El humor irónico de algunas situaciones, a veces cruelmente sinceras, (como cuando una madre no puede evitar el "familiar olor a carne quemada" junto al cuerpo de su hija): en otras, dolorosamente ridículo, como el momento en el que la mujer engañada no se atreve a molestar a la pareja que acaba de descubrir en pleno acto sexual.

 El estilo de la autora está entretejido por muchas influencias que consigue integrar perfectamente en una voz única. Entre estas influencias destacan, a mi juicio,  las propias de la literatura estadounidense, especialmente del sur, me gustaría destacar a  Faulkner, Tennesse Williams y Carson McCullers. También se debe señalar (según la crítica y la propia escritora, profesora universitaria  y experta en literatura y literatura afroamericana)  la influencia de Zora Neale Hurston, entre otros autores, como  J. Baldwin  y el poeta Henry Dumas.  V. Woolf y  D. Lessing también han sido señaladas en el ámbito de la construcción compleja de otras novelas como Beloved.


  Por encima de cualquier reivindicación política de género, de grupo étnico o de clase social, aunque haya una evidente sensibilidad hacia los temas raciales y hacia cuestiones feministas, se encuentra el intento de penetrar en la naturaleza humana, sin ningún tipo de concesión o de "humanitarismo". La naturaleza humana, desprovista de compasión hacia sí misma. De algún modo, el relato del accidente del niño que muere ahogado en el río nos desconcierta y nos deja sin aliento. ¿Qué debemos pensar de estos personajes?

   Morrison nos conduce, sin embargo a algunos caminos de esperanza, incluso de belleza. La máxima expresión de esa belleza es, para la autora, la fuerza del amor fraternal. El amor de una madre hacia su hija y, sobre todo, el amor de las dos jóvenes. Un amor que no está exento de incomprensión, de fatalidad, de dolor y de culpa, pero que trasciende a través del sentimiento de que "el otro yo" es parte indisoluble de ti misma.

 La imagen del recuerdo de la niña incomprendida, diferente,  que asalta a la protagonista al final del libro, esa imagen que surge envuelta en el halo del misterio (como tantas otras situaciones del libro) es de una belleza sobrecogedora. Esa imagen llega a ti con la sutileza poética de un soplo de aire... de un olor, y construye el significado global de la novela desde la compasión hacia Sula y por ende, hacia todas las personas de este mundo.

 Os dejo aquí una entrevista con la escritora, para la televisión pública estadounidense. (Está en inglés) En ella la autora habla del amor como fuerza metafórica presente en su obra y crucial para transformar la realidad.

  Para finalizar este artículo, me gustaría agradecer a mi alumna Usua la recomendación de esta novela.  Enlazo aquí  con el interesante blog que redactó durante el curso, concretamente, a su entrada sobre la autora.

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