La adolescencia es una etapa de la vida muy dura para muchos jóvenes. En este momento de transición es cuando se tienen más dudas a cerca quién es uno o una misma y de qué busca de la vida o si esta tiene algún sentido. Queremos disfrutar, tomar nuestras decisiones y que nos dejen en paz. Sin embargo, la presión aumenta por todas partes y no entendemos nada.
Esta sensación de indefensión y de que todo es inútil o absurdo puede crecer si nos ha ocurrido algo grave y que no somos capaces de asimilar.
Esto es lo que le pasa a Holden. A lo largo del libro vamos conociendo mejor a este joven que combina de un modo tan explosivo humor y amargura. "Ríete de todo y no hagas caso de nadie" Esta frase de otra famosa adolescente, pero en este caso real: Ana Frank, nos ayuda a entender qué le pasa a Holden. Necesita esconderse en una especie de sarcasmo, vivir dentro de una película que ha inventado, para soportar su dolor.
Nadie puede ayudarte a superar el dolor por la pérdida de un ser querido salvo otro ser querido. Esto es lo que aprenderá el protagonista. Aprenderá que todos estamos indefensos, que la vida empieza y termina sin consultarnos, que lo único que nos salva es el amor por aquellos que nos necesitan.
El camino para llegar hasta aquí está lleno de barbaridades y de tonterías. El joven Holden se deja arrastrar por las calles de un Nueva York de los años 40, que no parece tan distinto al actual porque los problemas humanos no han cambiado casi nada. El lado oscuro de la sexualidad, la necesidad de cariño y la inocencia de los niños y niñas, la imitación de los modelos banales de la televisión y el cine, el riesgo de dejarse llevar, las dificultades de comunicación entre generaciones, los sueños juveniles de perfección. Todo está ahí.
Con Holden, aprenderás a reconocer, si no lo has hecho todavía, donde se encuentra el amor verdadero y cómo superar el dolor a través de él. Aprenderás que casi siempre, uno se salva salvando a los demás. Tendiendo la mano a una niña y descubriendo que en ella está todo lo que estabas buscando, tu camino y tu verdad.
Esta sensación de indefensión y de que todo es inútil o absurdo puede crecer si nos ha ocurrido algo grave y que no somos capaces de asimilar.
Esto es lo que le pasa a Holden. A lo largo del libro vamos conociendo mejor a este joven que combina de un modo tan explosivo humor y amargura. "Ríete de todo y no hagas caso de nadie" Esta frase de otra famosa adolescente, pero en este caso real: Ana Frank, nos ayuda a entender qué le pasa a Holden. Necesita esconderse en una especie de sarcasmo, vivir dentro de una película que ha inventado, para soportar su dolor.
Nadie puede ayudarte a superar el dolor por la pérdida de un ser querido salvo otro ser querido. Esto es lo que aprenderá el protagonista. Aprenderá que todos estamos indefensos, que la vida empieza y termina sin consultarnos, que lo único que nos salva es el amor por aquellos que nos necesitan.
El camino para llegar hasta aquí está lleno de barbaridades y de tonterías. El joven Holden se deja arrastrar por las calles de un Nueva York de los años 40, que no parece tan distinto al actual porque los problemas humanos no han cambiado casi nada. El lado oscuro de la sexualidad, la necesidad de cariño y la inocencia de los niños y niñas, la imitación de los modelos banales de la televisión y el cine, el riesgo de dejarse llevar, las dificultades de comunicación entre generaciones, los sueños juveniles de perfección. Todo está ahí.
Con Holden, aprenderás a reconocer, si no lo has hecho todavía, donde se encuentra el amor verdadero y cómo superar el dolor a través de él. Aprenderás que casi siempre, uno se salva salvando a los demás. Tendiendo la mano a una niña y descubriendo que en ella está todo lo que estabas buscando, tu camino y tu verdad.
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